Las mujeres disfrutan de una inmunidad relativa natural a la aterosclerosis coronaria en comparación con sus homólogos masculinos debido a su estado hormonal sexual, especialmente en los años premenopáusicos. Es probable que esta ventaja se extienda a los años posmenopáusicos con la prescripción generalizada actual de estrógeno (junto con progestina cíclica). Las formas actualmente disponibles de preparaciones de estrógenos exógenos no confieren beneficios similares a los hombres, ni sus efectos secundarios feminizantes serían aceptables para los hombres. Por lo tanto, para reducir la diferencia de sexo en la longevidad, con sus devastadoras cargas de soledad y dependencia de las mujeres ancianas y las cargas monetarias y de tiempo en los recursos de atención médica, los hombres deben adoptar comportamientos que reduzcan su riesgo de enfermedad de las arterias coronarias. Tales comportamientos son el abandono del hábito de fumar cigarrillos, la detección temprana y el control a largo plazo de la hipertensión, y la detección temprana y el control a largo plazo de la dislipoproteinemia (como se refleja mejor en la relación entre lipoproteínas de baja densidad y colesterol de lipoproteínas de alta densidad). Afortunadamente, el reciente advenimiento de una terapia dietética efectiva y, especialmente, farmacológica para la hipertensión y la dislipoproteinemia hace que tales enfoques para reducir la mortalidad cardiovascular masculina sean factibles, efectivos y de costo aceptable tanto en términos económicos como personales.