La forma de la oreja tiene un gran efecto en la forma de escuchar, y como solo nacemos con un par, nos acostumbramos a los sonidos que emiten al tímpano y, finalmente, al cerebro, dice el Dr. Ricketts, que investiga sobre audífonos. Si bien algunos animales tienen orejas giratorias, muchos científicos han especulado que los humanos, en la parte superior de la cadena alimentaria, no necesitan funciones de oído con una audición de precisión de arriba a abajo, «ya que no es probable que nos ataquen desde arriba o nos lleve un pájaro», señala el Dr. Ricketts.
El colgajo externo de la oreja, llamado pabellón auricular, actúa como un recolector de sonido,» un poco como un cuerno», dice el Dr. Ricketts. Ese cuerno está apuntado ligeramente hacia el frente, lo que permite que la oreja obtenga más sonido de lo que está frente en lugar de lo que está detrás. «Los sonidos de la parte posterior son como sombras, y no viajan tan bien alrededor de las orejeras», dice el Dr. Ricketts.
Las orejeras Alfred E. Neuman deberían ayudar a ahogar el ruido ambiental detrás de una persona, permitiéndole así escuchar mejor a la persona a la que se enfrenta. Por otro lado, las personas con oídos más planos pueden captar mejor el sonido de atrás, «lo que se podría argumentar que es una buena capacidad de monitoreo», dice el profesor. No importa la forma de tu oído, para escuchar más claramente cuando hablas con alguien cara a cara, simplemente cubre las pinnas con las manos para concentrar el sonido que se aproxima.
Beneficios adicionales
La distancia entre nuestros dos oídos ayuda a las personas a localizar de dónde proviene un sonido. Las pequeñas crestas y pliegues que la mayoría de las personas tienen en sus pinnas alteran las frecuencias de los sonidos y también nos ayudan a localizar mejor el inicio del sonido. Ya sea que la parte superior de la oreja esté completamente curvada o tenga protuberancias o abolladuras, «todo el mundo tiene una firma de sonido única», dice el profesor.
Las formas de los lóbulos de las orejas, ya sean adheridas o colgantes, tienden a ser genéticas y no se ha demostrado que afecten la capacidad acústica, señala el profesor. Sin embargo, están cargados de nervios, «por lo que muchas personas sienten mucha sensación alrededor de sus oídos», dice. Los científicos aceptan que los lóbulos de las orejas no tienen una función biológica real, admite el Dr. Ricketts.
Por el canal
La forma arremolinada de la oreja conduce el sonido hacia el canal auditivo, que actúa como un amplificador. «Los seres humanos tienen una amplificación natural en el rango de 2.000 a 4.000 Hz, que es donde entra en juego la diferencia entre los sonidos de consonante y vocal», dice el Dr. Ricketts.
Al final del canal, la membrana timpánica suave, también llamada tímpano, está protegida y es hipersensible al sonido. Si se rasga, «tiene la capacidad inusual de curarse por sí sola», dice el Dr. Ricketts.
Bajo presión
En un oído sano, después de que el sonido viaja a través del canal, los cambios de presión empujan y tiran del tímpano, haciendo que vibre y registre vibraciones como música, voces o ruido. Más allá de la membrana timpánica está la cavidad timpánica, donde pequeños huesos se sientan en una bolsa de aire junto con las trompas de Eustaquio, que ayudan a igualar la presión. Luego está el oído interno, un espacio lleno de líquido que transmite ondas sonoras al órgano sensorial del oído y, en última instancia, al cerebro.
Diseño inteligente
El oído es una máquina autolimpiadora y autolimpiadora, «por lo que los médicos le dirán que no meta un bastoncillo ahí», dice el Dr. Ricketts, aunque admite que a veces sucumbe a este placer culpable. Colocar objetos dentro de la oreja puede impactar en la cera del oído, que está destinada a capturar y expulsar la suciedad. «Limpiarse el oído en realidad puede amortiguar la audición», advierte el profesor. A pesar de su forma bastante extraña, «las orejas hacen un trabajo bastante bueno para lo que están destinadas a hacer», dice el Dr. Ricketts.