El Día de Acción de Gracias de la escuela primaria fue el mejor porque tenías que comer bolas de palomitas de maíz y volverte loco con brillo en tu sombrero de peregrino.
Pero la actividad clásica que probablemente te siguió a la edad adulta fue el pavo de mano. Quién sabe por qué trazar un pavo con la mano trae tanta alegría, pero la simple actividad artesanal atrae tanto a los niños como a los niños de corazón.
En la era de Instagram, tenemos mucho más por lo que estar agradecidos que por los filtros que perfeccionan selfies. Estos pavos de mano son astutos, inteligentes y algunos son un poco descarados.
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