Los microarrays son una de las áreas más calientes en la investigación biológica hoy en día. Los microarrays se han aplicado principalmente al análisis de ácidos nucleicos, específicamente a la evaluación de qué genes se expresan y a qué nivel. Los primeros microarrays se prepararon utilizando métodos fotolitográficos, que se usaban más comúnmente para la producción de circuitos integrados («chip de computadora»). Por lo tanto, el término coloquial «chip de ADN» surgió. La finalización de la secuenciación del genoma humano y de muchos otros organismos hace que la determinación de la función génica sea un paso importante para comprender el papel del ADN en los procesos de la vida. Los microarrays de ADN son una excelente herramienta para abordar esta pregunta porque sus numerosos sitios de sonda permiten el análisis de muchos genes simultáneamente. Con una buena experiencia en este uso inicial, se están desarrollando muchas otras aplicaciones de microarrays, incluido el genotipado en la investigación y el diagnóstico genético en medicina. Los microarrays de ADN han dejado muy en claro el poder del vasto paralelismo en el análisis biológico, que está aumentando el interés en otros tipos de microarrays (moléculas pequeñas, proteínas). Se han desarrollado muchas aplicaciones para microarrays de ADN y claramente surgirán muchas más a través de la creatividad de los científicos que las usan. En los primeros estudios, los usuarios produjeron sus propios microarrays. El poder aparente de los microarrays ha exigido mejoras en los métodos de producción, y las tecnologías de las ciencias físicas y la ingeniería se están aplicando ahora a los chips de ADN. Muchas ramas de la química pueden contribuir a mejorar los métodos: desde la química sintética (para unir o preparar ADN), a la química física de superficies, a la química analítica (para evaluar reacciones superficiales).