Toda revelación de Dios al hombre se encuentra comprendida en la Biblia. Sin embargo, la misma Biblia nos dice que Dios también se revela al hombre a través de Su creación y la naturaleza; a esto lo llamamos «revelación general». Pero en su estado caído de pecado, el hombre ha mal interpretado dicha revelación natural. Tal es así que uno puede encontrar en la historia de las culturas antiguas y aborígenes que el ser humano, al buscar a Dios en la naturaleza, lo confundía con la misma. Es decir, en vez de reconocer a un único Dios Creador, atribuía deidad a la creación misma, tal como adorar a los astros (mayormente el sol y la luna), o los elementos de la tierra (árboles, animales etc.). O inventaba dioses relacionados con solo una parte de la creación (dios de la fertilidad, dios de la lluvia, etc.), y no con la creación toda.
Por eso Dios dio al hombre Su «revelación especial», que fue dada a través de las Santas Escrituras, para que este pudiera conocer quién es Él. Esta revelación especial está contenida en los 66 libros de la Biblia, cuyo centro es la Persona del Señor Jesucristo. Las Escrituras son las que dan testimonio de Cristo (Juan 5.39).
Veamos un poco más las características de cada una de las revelaciones mencionadas.
REVELACIÓN GENERAL
Hay un versículo central en el Nuevo Testamento que nos explica el fin de la revelación general:
Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y divinidad, se ven claramente desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son inexcusables. (Romanos 1.20)
Algunos piensan que cada descubrimiento científico pone en jaque la revelación bíblica, pero, por el contrario, la confirma. El ser humano ha encontrado claramente desde un microscopio hasta un telescopio la obra de Dios. Al ver el diseño con propósito del ADN, las máquinas biológicas a nivel molecular, o el organismo unicelular más simple, el ser humano tendría que concluir que esto no puede formarse de la nada. Los elementos inorgánicos no pueden formar al azar máquinas celulares con capacidad de alimentarse, crecer y autoreplicarse. Como dice 2 Pedro 3.5, ellos ignoran de manera voluntaria la obra de un creador.
Al ver la inmensidad del cosmos, descubrir sus leyes de movimiento y atracción y la majestuosidad de los cuerpos celestes, el hombre tendría que ver la mano de Dios en ello:
Los cielos cuentan la gloria de Dios y la expansión anuncia la obra de sus manos. (Salmo 19.1)
Nuevamente el hombre no reconoce a un Dios Creador en este aspecto.
Como dice el Salmo 53.1: «Dijo el necio en su corazón: No hay Dios.»
Lamentablemente, hoy en las escuelas y en los libros de ciencia se da la Teoría de la Evolución no como una teoría, sino como un hecho. Por eso los padres cristianos tenemos que dar a nuestros hijos la cosmovisión correcta. La teología es la ciencia que debe dominar el resto de las ciencias, como decía el puritano Richard Baxter:
La obra de Cristo nos restaura por medio de la fe, a la pureza, la obediencia y el amor en los cuales el hombre fue creado al principio. Por lo tanto, los hombres más santos son los mejores estudiantes de la creación divina. El estudio de la ciencia no tiene valor, a menos que se esté buscando a Dios en la ciencia. La única sabiduría verdadera consiste en ver, adorar, amar y deleitarse en Dios, tal como Él se ha revelado en Su creación. Por lo tanto, es un peligro en la educación anteponer otras materias al estudio de Dios. La teología debería ser primero y ser la guía en todos los demás estudios. La naturaleza debería ser leída como uno de los libros de Dios que Él hizo para revelarse a Sí mismo. El libro de Job y los Salmos nos enseñan que la ciencia y la teología están más ínmamente relacionadas de lo que muchos piensan.
REVELACIÓN ESPECIAL
La revelación especial es por pura iniciativa de Dios y manifiesta al hombre sus atributos, personalidad y obra salvífica. Dios se reveló al hombre de diversas maneras en la antigüedad; a través de teofanías, sueños, visiones y Su misma Escritura (caso de los Diez Mandamientos). Muchas veces dijo Sus palabras específicas a los hombres a manera de un dictado, pero la mayoría de las veces utilizó la inspiración. Como dice en 2 Pedro 1.21: «Porque la profecía nunca fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.»
Pero la revelación principal de Dios, más allá de las formas mencionadas, es en la misma persona de Jesucristo. Cristo es el centro de la revelación especial (escrita) tanto como el Creador del universo (revelación general).
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, por quien asimismo hizo el universo. (Hebreos 1: 1 y 2)
Cristo, la segunda Persona de la Trinidad, encarnada, Dios hecho hombre, es la revelación mayor. Toda la Escritura converge a Él como el centro.
La falsa religión de nuestros días erróneamente indaga en la revelación especial (la Biblia) buscando «qué tiene para decir a ellos», en vez de buscar «qué nos dice de Jesucristo». Esta aproximación antropocéntrica a las Escrituras es sumamente peligrosa, pues usa el libro de Dios como un manual de vida próspera en vez de buscar a Jesucristo, el dador de la vida, el autor de la fe, el centro de todo.
Otro problema de hoy en día es que, no contentos con la revelación especial escrita, la gente busca nuevas revelaciones extrabíblicas, menoscabando la Palabra de Dios.
Como bien dice en 2 Timoteo 4. 3 y 4:
Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Fábula es todo aquello que no se atiene a la revelación escrita, la única fuente de verdad y autoridad para el pueblo de Dios.
FINAL
El objetivo de nuestra Sociedad es difundir la revelación especial de Dios, o sea, la Biblia, a través de traducciones fieles de la misma. Nos atenemos al principio reformado de la Sola Scriptura (sólo la Escritura) como única fuente de autoridad para la iglesia. Quiera Dios bendecir este trabajo de difusión de Su Palabra entre Su pueblo de habla hispana.
En un mundo posmoderno que niega al Creador, que la iglesia del Señor se levante como testigo fiel de Dios, con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Efesios 6.17) y traiga por medio de las Escrituras todo pensamiento cautivo hacia Cristo.
Destruyendo argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2da Corintios 10.5)