El primer coreógrafo de los Ballets rusos, Michel Fokine (1880-1942) liberó la danza de las restricciones de la convención y le dio nueva vida, revelando una nueva sensibilidad. Con él nació el ballet que se llamaría «neoclásico», y que rompió con la rutina académica.
Fokine dio sus primeros pasos como bailarín a la edad de apenas 10 años en la Escuela Imperial de San Petersburgo. Se unió al cuerpo de ballet del Teatro Mariinsky, se convirtió en solista (1898) y luego en bailarín principal (1904), también dando conferencias en la Escuela Imperial a partir de 1902. Su encuentro con Isadora Duncan, que llegó a San Petersburgo en 1905, estimuló su enfoque como reformador.
En 1909 fue contratado por Diaghilev como bailarín principal y coreógrafo de los Ballets rusos. De 1909 a 1913, sus contribuciones a la compañía le llevaron a un tremendo éxito. Entre las obras más conocidas de Fokine para los Ballets rusos cabe mencionar El Pájaro de fuego y Scheherazade, que se estrenó en 1910; y Petrushka (1912) y Le Spectre de la rose (1911). En 1914, debido a desacuerdos con Diághilev, Fokine regresó a Rusia. Más tarde se estableció en los Estados Unidos, donde permaneció activo como bailarín y coreógrafo.