Una preocupación creciente entre los médicos es el tratamiento de la pérdida de peso no planificada en ancianos, especialmente dado el crecimiento previsto de esta población en las próximas décadas. La pérdida de peso inesperada en el paciente geriátrico empeora los resultados generales de salud. Hay una variedad de opciones farmacoterapéuticas disponibles para el tratamiento; sin embargo, la evidencia subyacente a su uso es limitada, y ninguna ha obtenido la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos para esta indicación. En la actualidad, no hay directrices que apoyen la elección de un agente sobre otro. Aunque se han empleado varias intervenciones con medicamentos para este problema, el acetato de megestrol y la mirtazapina se están utilizando cada vez más para estimular el apetito. Estos medicamentos representan dos opciones factibles para los pacientes geriátricos debido a sus perfiles de efectos adversos generalmente favorables y pocas interacciones farmacológicas, pero a menudo se usan de forma incorrecta. En una búsqueda exhaustiva de las bases de datos de MEDLINE y International Pharmaceutical Abstracts, identificamos todos los informes publicados sobre el uso de acetato de megestrol o mirtazapina para el tratamiento de la pérdida de peso y sobre cualquier evento adverso asociado con estos medicamentos. Se hizo especial hincapié en los ensayos realizados en una población de edad avanzada. Los resultados fueron contradictorios, muy probablemente debido a los diferentes diseños de los estudios y al pequeño número de pacientes. El acetato de megestrol y la mirtazapina parecen ser eficaces para estimular el apetito y aumentar de peso en algunos entornos. Sin embargo, la aplicabilidad de los datos a personas de edad avanzada no está clara, y los efectos adversos notificados en algunos de los ensayos y en los informes de casos no fueron benignos. Por lo tanto, el uso de acetato de megestrol o mirtazapina para la pérdida de peso debe evaluarse a fondo de forma individual. La farmacoterapia debe utilizarse únicamente después de que se hayan evaluado y tratado todas las causas subyacentes de la pérdida de peso.