Flavonoides y Bioflavonoides: Una revisión

Aunque los flavonoides y bioflavonoides se han incorporado durante mucho tiempo en los planes de atención de muchas personas, es posible que las personas no conozcan el papel que desempeñan. Las siguientes son algunas aclaraciones sobre qué son estas centrales eléctricas, de dónde provienen y cómo investigarlas, y sugerencias durante las recomendaciones.

Flavonoides y Bioflavonoides: Plantas poderosas

Los flavonoides se caracterizan por ser un pigmento vegetal que se encuentra en muchas frutas y flores. El nombre «flavonoide»; que tiene el tallo latino, ‘flavus’ significa amarillo. Los colores comunes para estos pigmentos en particular son rojo, amarillo, azul y púrpura. Los pigmentos se encuentran en el citoplasma y los plastidos de las plantas con flores. A diferencia de otros pigmentos como las clorofilas, los carotenoides o las betalainas, ciertos flavonoides desempeñan un papel distinto en la maduración de las frutas y en la captura de ciertas variantes de luz dentro del espectro UV. Parecen ser muy frecuentes en las plantas de la familia de los cítricos, así como en los pigmentos comunes en el té, el vino tinto, el chocolate negro y las bayas de colores ricos.1

Los bioflavonoides son compuestos polifenólicos que se encuentran en las plantas. Hay más de 5.000 bioflavonoides identificados en todo el reino vegetal, muchos de los cuales han sido objeto de investigación preclínica y humana.2 Se ha reconocido ampliamente que los bioflavonoides afectan a una amplia gama de sistemas en el cuerpo.

Una historia y Cómo investigar

Se alienta a las personas a comprender las fuentes vegetales de estos compuestos para el manejo dietético, así como el uso de suplementos dietéticos que contienen estos ingredientes. Con el fin de utilizar plenamente estos compuestos, es importante tener en cuenta y diferenciar los diversos términos utilizados en toda la industria de los suplementos, dentro de la conversación entre pares, y la terminología de búsqueda utilizada durante los estudios de investigación.

El uso de los términos flavonoide y bioflavonoide son esencialmente intercambiables. Históricamente, los bioflavonoides o flavonoides se llamaban vitamina P. A menudo verá el término vitamina P en estudios tempranos antes de la década de 1980. Hay numerosas clases de flavonoides que incluyen isoflavonas, antocianinas, flavanonas, flavonoles, por nombrar algunos.3

Al investigar la aplicabilidad de los flavonoides dentro de un plan de atención, tenga en cuenta estas clases y utilice sus variantes de nombre al intentar compilar una lista completa de la literatura disponible. Se han investigado cuatro tipos de flavonoides para uso clínico. Estos incluyen: polifenoles derivados del té, quercetina y sus diversos primos moleculares, bioflavonoides cítricos y proantocianidinas que se encuentran en uvas y ciertas especies de pinos.4 Estos cuatro tipos a menudo se clasifican ampliamente en resúmenes de artículos de investigación.

De un prospectivo bioquímico, los flavonoides se caracterizan por un anillo de oxígeno hetercíclico. Este aspecto único de su maquillaje puede ayudar a identificar y diferenciar un flavonoide de otros pigmentos en el reino animal. Dependiendo del grupo de flavonoides, puede haber varios constituyentes unidos a este anillo de oxígeno hetercíclico.5 Por ejemplo, los flavonoides de la subclase quercetina tienen una estructura similar y ciertas terapias convencionales. Sus mecanismos pueden investigarse teniendo esto en cuenta.5 Identificar los diversos componentes unidos a un anillo de oxígeno heterocíclico también puede ayudar a identificar a qué clase de flavonoides pertenece el alimento, la hierba o el ingrediente activo.

Recomendar bioflavonoides

Al recomendar un bioflavonoide o complejo de bioflavonoides como parte de un plan integral, los profesionales deben atender las preocupaciones de biodisponibilidad. Muchos bioflavonoides son menos biodisponibles a medida que aumenta la dosis. La dosificación terapéutica de bioflavonoides a menudo se combina con tecnología que mejora la biodisponibilidad. Por ejemplo, la quercetina tiene una baja biodisponibilidad. La investigación muestra que la administración oral de quercetina resulta en una baja absorción y utilización, y cuando se administra por vía INTRAVENOSA, se metaboliza en unas pocas horas.5

Los fabricantes de suplementos de dos formas abordan los problemas de biodisponibilidad y absorción creando la entrega de bioflavonoides en una forma soluble en agua, que puede alcanzar el torrente sanguíneo de manera más efectiva, o en una forma soluble en lípidos para una tasa de absorción más lenta pero efectiva. Sin un método de administración adecuado, se ha demostrado que la absorción es muy baja. Muchos bioflavonoides comunes (como los que contienen vitamina C) son solubles en agua y funcionan mejor en fórmulas que permiten una administración adecuada.

Cabe señalar que los microorganismos en el intestino degradan los flavonoides. Se recomienda equilibrar la flora intestinal para optimizar la utilización de compuestos bioflavonoides. La digestión saludable juega un papel clave en la capacidad del cuerpo para absorber los flavonoides de manera efectiva. Los bioflavonoides se toman mejor con el estómago lleno y, cuando se hacen, ayudarán a obtener una mayor cantidad de absorción.6 Al determinar la aplicabilidad clínica en la investigación, tome nota de la forma utilizada en los estudios de investigación para evaluar la forma efectiva necesaria para administrar el tipo apropiado de bioflavonoide.

Mientras que la superficie del tema de los flavonoides y bioflavonoides apenas se ha arañado, también se ha dicho que la brevedad es el alma del ingenio. Con lo anterior en mente, ciertamente hay un lugar para una comprensión más profunda de lo que son los flavonoides, cómo funcionan dentro del cuerpo y cómo identificarlos, investigarlos e integrarlos adecuadamente en la práctica clínica.

  1. Plantas: Causas de Color. http://www.webexhibits.org. http://www.webexhibits.org/causesofcolor/7h.html.
  2. Narayana, K. R. et al. Revista india de farmacología, 2001;33(1): 2-16.
  3. Schwinn KE et al. Annual Plant Reviews, Volumen 14. Oxford, Reino Unido: Blackwell Publishing; 2004: 92-149.
  4. Formica, J. V et al. Toxicología Alimentaria y Química. 1995;33(12):1061-80.
  5. Gaby, AR. Medicina Nutricional. 1st ed. Concord, NH: Fitz Perlberg Publishing; 2011: 214-217.
  6. Hollman, PC. Biología Farmacéutica. 2004; 42 (sup1): 74-83.

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