Hemos revisado previamente el debate naturaleza-crianza que surge al considerar la importancia relativa de la biología (naturaleza) y la experiencia humana (crianza) en la determinación del comportamiento humano. Anteriormente hemos comparado este debate con un debate similar: ¿Qué vino primero, la gallina o el huevo? Intentamos proporcionar evidencia de que un debate sobre la naturaleza y la crianza es tan inútil como un huevo o una gallina. La respuesta es que tanto la naturaleza como la crianza se combinan de alguna manera para causar comportamiento. Debido a que aún no conocemos la relación exacta entre la naturaleza y la crianza, no es de extrañar que el uso de medicamentos psiquiátricos para modificar el comportamiento haya sido algo controvertido.
Antes de la evidencia de investigación más reciente que sugiere un fuerte vínculo entre la biología y el comportamiento, muchos médicos no creían que los medicamentos fueran útiles ni apropiados para el tratamiento de los trastornos de la personalidad. La razón de ser de estas convicciones era la forma en que se entendían los trastornos de la personalidad. ¿Cómo podría la medicación cambiar la personalidad de las personas o alterar su forma de relacionarse con los demás? Desde esta perspectiva, los trastornos de personalidad ocurrieron cuando el desarrollo normal de la personalidad se descarriló por eventos dañinos, traumáticos o estresantes en la vida de alguien. Se creía que una vez se formaron patrones descarrilados, profundamente arraigados y desadaptados de relación con los demás. Desde esta perspectiva, solo tenía sentido que el tratamiento se centrara en cambiar esos patrones de comportamiento. Los medicamentos no tenían cabida en ese tratamiento.
Más recientemente, muchos médicos (si no la mayoría) han comenzado a reconocer que el comportamiento y la emoción humanos están determinados, al menos parcialmente, por nuestra composición genética. Esto incluye los patrones emocionales y de comportamiento dañinos inherentes a los trastornos de personalidad. Como tal, muchos médicos ahora creen que los medicamentos pueden ser muy beneficiosos en el tratamiento de muchos trastornos psicológicos, incluido el trastorno de personalidad.
Una posición moderada mantenida por muchos médicos es que los medicamentos pueden ser útiles en algunas situaciones. Los médicos generalmente comienzan a considerar los medicamentos cuando:
1) Los medicamentos son útiles para limitar los síntomas de trastornos concomitantes (por ejemplo, depresión y Trastorno Límite).
2) La medicación reduce la incomodidad de una persona lo suficiente hasta que pueda hacer cambios duraderos que alivien de forma más permanente su malestar.
3) La medicación promueve una experiencia de recuperación positiva y más rápida, lo que a su vez aumenta la motivación para el tratamiento.
4) Los medicamentos permiten que alguien asista a una terapia que de otro modo no podría participar de manera significativa.
5) Los medicamentos limitan los síntomas lo suficiente para que los síntomas no interfieran con la capacidad de aprender y adquirir las habilidades esenciales necesarias para la recuperación.
Considere el ejemplo de una persona con un Trastorno de Personalidad Evasivo. Su ansiedad extrema por las situaciones sociales y las relaciones puede prohibirles asistir a la terapia, mientras que los medicamentos pueden permitirles hacerlo.
Los medicamentos no necesariamente «curan» los trastornos de personalidad. Pueden aliviar algunos síntomas que pueden interferir, ralentizar o interrumpir el tratamiento. Esto puede incluir síntomas del trastorno de personalidad en sí, o síntomas asociados con otros trastornos concomitantes. Los síntomas que a menudo interfieren con la progresión de la terapia incluyen ansiedad, depresión, irritabilidad, abuso de sustancias o cambios de humor. De hecho, las Guías de Práctica para el Tratamiento del Trastorno Límite de la Personalidad de la Asociación Psiquiátrica Americana, publicadas en 2001, así como las Guías de Vigilancia de la Asociación Psiquiátrica Americana, publicadas en 2005, recomiendan la psicoterapia para el tratamiento del Trastorno Límite de la Personalidad y afirman que la farmacología complementaria, dirigida a síntomas específicos, también puede ser útil.
Sin embargo, algunos médicos e investigadores no están satisfechos con un enfoque moderado de los medicamentos. En cambio, concluyen que los rasgos de personalidad y el temperamento están determinados biológicamente. Desde esta perspectiva, las experiencias de vida solo son importantes porque ciertos eventos estresantes tienen el potencial de causar cambios duraderos en la química cerebral. Esto es particularmente cierto en el cerebro en desarrollo de los niños.
En su capítulo sobre tratamientos somáticos en el Handbook for Personality Disorders, Paul Soloff (2005) explica su punto de vista de que la dicotomía entre naturaleza y crianza es artificial y artificial. Afirma que los rasgos de personalidad y el temperamento están, de hecho, determinados biológicamente. Para apoyar su punto de vista, hace referencia a investigaciones que demostraron una asociación entre un historial de abuso sexual infantil y cambios en la química cerebral (en el sistema serotoninérgico del cerebro) en mujeres con Trastorno Límite de la Personalidad (Rinne, Westenberg, denBoer, et.al., 2000). Soloff aboga por un enfoque farmacológico en el tratamiento de los trastornos de la personalidad porque los medicamentos son capaces de modificar las funciones de los neurotransmisores asociadas con muchos de los síntomas de los trastornos de la personalidad. Los medicamentos que modifican la función de los neurotransmisores pueden mejorar los problemas con el pensamiento, las emociones y el control de los impulsos. Estos son los mismos problemas que son típicos de los trastornos de personalidad.
Sin embargo, también se puede argumentar lo contrario. Si las experiencias dañinas, como el abuso, causan cambios en la química y el funcionamiento del cerebro, las experiencias de curación tienen el potencial de hacer lo mismo. Nuevas experiencias correctivas (a través de psicoterapias) hacen que se desarrollen nuevos patrones de pensamiento. Estos nuevos patrones también modifican los patrones de respuesta emocional. Como todos los pensamientos y emociones son eventos electroquímicos en el cerebro, estos nuevos patrones cognitivos y emocionales forman nuevas vías neuronales con el tiempo. En otras palabras, el cambio de pensamientos y emociones también puede modificar el funcionamiento de los neurotransmisores.
Las nuevas metodologías y tecnologías de investigación han seguido proporcionándonos una mejor comprensión de cómo funciona el cerebro, incluidos los fundamentos biológicos y químicos del comportamiento y las emociones. Debido a estos avances, continúan surgiendo nuevas opciones de tratamiento. Estos avances brindan esperanza a las personas en recuperación, al tiempo que proporcionan a los médicos herramientas prometedoras que avanzan en los esfuerzos de recuperación.